sábado, 25 de octubre de 2008

¿Sólo un desmayo?


Siento algo que recorre mis venas al saber que va a llegar y seguro yo lo miraré de reojo sin que se dé cuenta.
Dejamos pasar un tren porque hay gente en la puerta y dejamos pasar otro tren que vino después, para inventar una excusa para hablar, porque nos gusta besarnos para reírnos de las palabras que decimos solo para hacer tiempo hasta el siguiente beso.
Ahí está, me miró y mi panza tuvo una explosión de cosquillas que sin permiso puso colorada mi cara, no me veo pero puedo sentir como el calor y el temblor de mis manos se ponen de acuerdo.
El tiempo se paraliza, la gente ya no habla, no piensa, no siente, no respira, estamos en otra dimensión.
Yo se algo, las cosas no siempre salen como uno las espera, porque no se tiene el control de las cosas, como el control de mis piernas, de mis brazos y de mi cabeza que sin una razón se desvanecen y caen al piso. Lo primero que puedo ver es el play de la gente, todos comienzan a caminar, a reír, hablar, a respirar y a mi mirarme.
Los ventiladores de mano en forma de diario se acercan a mí, en dos minutos una masa de personas con identidad desconocida se preocupan por mi salud. Cae la ambulancia, la policía, los bomberos y los paparazzi. Los NN dan testimonio de mi caída al suelo.
Ahora sólo quiero mirarlo a él, quiero que se vayan, que se alejen de mi, están todos equivocados, no los entiendo, solo quiero el ventilador de sus ojos, de su boca.. ¿Por qué no se alejan? ¿Por qué???
- Estábamos congelados y al volver a la realidad pudimos ser testigos de la caída de esta mujer. Yo no soy de hablar por hablar, pero para mí que su acompañante algo le hizo.
Era el testimonio de la NN de la cartera de cocodrilo.
Sigo en el piso, ahora tiembla mi mano derecha, y el aire es como un caramelo media hora que me hace llorar. Los NN siguen con sus zapatos de colores, sus carteras, sus bolsos, sus mochilas, sus pelos, sus palabras sin gaseosa, y sus relojes sin burbujas.
Ahora me falta el caramelo, necesito respiración boca a boca. ¡Qué ni se le ocurra a ese de bigote aproximarse a mis labios! Mis ojos lo saca de vista y el bigote se aleja, ahora los ventiladores de Clarín ya no tienen más pilas.
El sigue ahí, sin sacarme la mirada de los ojos, deja pasar un tren porque hay gente en la puerta y deja pasar otro tren que vino después, para inventar una excusa para hablar, porque nos gusta besarnos para reírnos de las palabras que decimos sólo para hacer tiempo hasta el siguiente beso.
Los paparazzi me acercan como diez micrófonos, cuatro celulares y seis cámaras, la ambulancia, los patrulleros y el camión de bomberos dejan de hacer sonar sus sirenas. De pronto un silencio envuelve el andén, él me mira, yo lo miro.
-Gracias por su preocupación a todos los medios que están transmitiendo este hecho, tengo todo bajo control, sólo tuve un ataque de amor.

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