jueves, 30 de octubre de 2008

Lío.

La verdad si cierro los ojos y
te tengo cerca te doy un abrazo
sentido hoy.
Pero a nivel racional, mental,
me desarmonizo con facilidad.
La verdad es que actualmente
es caos mi interior.
Ojalá pudiésemos conectar
para traer luz.
Bla bla bla del corazón y la mente.
¿Puedo decirte algo que no se que decirte?
Hagamos así, vivamos el momento
y listo, sin pensar, sentir, fue.
¿Qué opinás?
Sólo sentir, sentir más, pensar menos,
está bien para mí, ¿para vos?
Si, seguro, es lo que quiero, no sirvo
para pensar hago lío. Lío.
Nos hacemos muchos mimos y no hablamos de nada
Bla bla bla del corazón y la mente
lío lío lío de mimos y corazones ardientes.

El dentista.

Sí, le tengo miedo al dentista. Seguro me habría ido enseguida si ese dolor de muela no hubiese sido tan insoportable, aguantar más era imposible, pero tomé fuerzas y me quedé sentada como ya lo había hecho durante un largo tiempo, exactamente dos horas y veintitrés minutos, casi podía haber contado los segundos pero mi atención fue interrumpida por un llanto ensordecedor. Ese mocoso que no dejaba de patalear y le temía al dentista, era Matías, el hijo menor de María la de la esquina de casa, ese nene era insoportable, era un radar del peligro, donde encontrase un lugar prohibido con un poco de electricidad y calaveras anunciando la oscuridad del mal él apoyaría sus pequeñas garras. No dudé y tomé una revista de las más nuevitas, aproximadamente de dos años atrás, me puse a leer hasta que de reojo pude percibir otra vez los pataleos que se aceleraban cada vez más y, no conforme con esto, estiraba el brazo de la mamá amenazándola con que si no se iban ya, esa noche no comería. La gorda no se hacía drama, sabía que esa fiera podía aguantar un mes sin comer que el mismo aire le brindaría los nutrientes necesarios para fortalecer más su energía y que en algún momento caería desaforado a tragar todo lo que encontrase por el camino, porque ya el aire no le sería suficiente.
Toda esa mezcla de llanto y pelea me hizo recordar un domingo, cuando salimos con Natalia a pasar la tarde en la plaza enfrente de casa, hacía tanto calor que la odié por haber llevado un termo con agua hirviendo, prefería tomar una Seven up o algo así bien helado, pero me daba fiaca cruzar.

Estábamos a punto de comenzar nuestras charlas filosóficas cuando una pelota aterrizó en la cabeza de ella, la escena nos causó mucha gracia, con sus pelos despeinados y su cara de no entiendo qué pasó, no parábamos de reír. Agarré la pelota levanté la mirada
para ver quién era el dueño y en eso escuché:
- Eh! Ss mi pemomaa. Me levanté para acercarme a esa vocecita: -Eh! Es mi pelota, já! No escucha nada la vieja.
Pude reconocer la voz, y al acercarme lo confirmé, era Matías con su aire de “me llevo al mundo por delante con mi monopatín y con tres chasquibum en el bolsillo”. Me dije es ahora o nunca, tomé envión para dar la patada de mi vida tirar una especie de centro que diera en la otra esquina, patié y la pelota voló por encima de mi cabeza dando giros y giros hasta que cayó a dos centímetros de mí:
- Flaquita, hay que comer más polenta. Me dijo el muy desubicado.
Y sí, ahora tendría que empezar de nuevo con mi relajación y me digné a contemplar el cálido día sin decir nada.
– No te enojes. Me decía Natalia. Tiene cinco años vos veintisiete. No te vas a poner a su altura.
A mi me gustan los chicos, pensaba, me encanta abrazarlos, jugar con ellos, escucharlos, darles besos. Pero a Matías, no. ¿Cómo podría querer a alguien que tira bombitas de agua con pis?, la verdad es que no sabía si era un mito de sus hermanos, pero de él se podía esperar cualquier cosa. A Matías no lo quería, o quizás si, pero era diferente.
Luego de tres cebadas de mate apareció María con la panza al aire y con cara de no tener un buen día.
– Métanse ya adentro y no me hagan repetirlo.
Los hermanitos fueron corriendo pero como era de esperarse Matías no.
- ¿No venís? Má sí, quedate a dormir en la plaza.
Una humareda de polvo empezó a levantarse por las patadas al piso que Matías daba sin detenerse, tratando de descargar esa bronca porque el juego se le había terminado. Sus ojos estaban descontrolados y no tuvo mejor idea que desquitarse con la pelota, con el termo, y con mi dedo mojado con el agua hirviendo del mate. Mis gritos aturdieron toda
la plaza, y no exageré, hasta puede ver como crecía esa ampolla en tan solo segundos.
- Te lo merecés, ya sos grande para estar en la plaza. Me dijo al agarrar su pelota, y así fue satisfecho a su casa.
Las agujas del reloj parecían haberse parado, pero el que no paraba era Matías, seguía pataleando y molestando la atención de todos los pacientes. Sabía que le arreglarían esa muela picada y temía cruzar la puerta donde estaría el monstruo que arregla dientes.
A esta altura los gritos ya me causaban gracia y aún más cuando empezó a tirar las revistas de la mesita de tres patas.Ya no quería pensar y mi cabeza decidió volar un rato.
Sí, éramos diferentes, yo podía quedarme hasta la hora que quisiera en la plaza, él podía patalear y hacer berrinche sin que nadie dijera nada, pero teníamos cosas en común, quizás ese sueño, ese anhelo por poseer lo que el otro tenía y además también, le temíamos al dentista.
A mis veintisiete le resté veintidós y con mis cinco quedamos par a par, quería entrar del otro lado de la puerta, tirarle una bombita de agua con pis al monstruo, patearle la jeringa, dormirle el dedo con la anestesia y tirarle del brazo amenazándolo con que si acercaba el torno a mi boca esa noche no comería.
Me di cuenta que a Matías no lo quería, o mejor dicho, lo quería, pero de otra manera.
-El que sigue. Dijo el monstruo.
Sabía que mi imaginación se había ido un poco lejos pero con mis veintidós y cinco añitos me digné a cruzar esa puerta, pero antes lo miré y le dije:
- No llores más Mati, que después de mí te toca a vos.

martes, 28 de octubre de 2008

Edita.

E dita, lo aparta de d
Queda mejor or or, mejor
La gente ente, ente, lo entiende
No te pares, es es, más bien, en en.
Queda da das, más lindo, la ente lo
Tiende, lo ende, lo de.
Muchas personas, sonas, sonás, nas,
Más cerca de la mente, ente, ente.
Se revuelve, vuelve, él ve.
No me entiende en de mente,
Si me mente tiende en de.
E mente, e ente, e tiende, e vuelve.
E dita.

domingo, 26 de octubre de 2008

Un viaje de gala.


En bolsos, sombreros y valijas,
guardo de a poco mis sensaciones
y cosquillas.
Unos por aquí, otros por allá,
mi equipaje listo para marchar.

En mi limusina de papel,
con butacas de renglones
emprendo mi mágico viaje.
En un camino inmenso
con letras blancas haciendo dedo.

Están ansiosas, vestidas de gala,
ellas saben quien viaja conmigo.
Cada una entusiasmada se acerca
para ser nombrada.
Las apunto con mi pluma
y la tinta las inunda de colores y
ya dejan de ser pálidas.

Suben con collares elegantes,
zapatos brillantes.
La a entusiasmada llega con un tapado gigante.
La z de la mano de la u se escapa de Zulema,
Y suben a la limusina sin pensar en lo que ella dijera.

Murmuran desesperadas,
Algo está por suceder.
Están con el maestro, con el más grande,
Aquél que las llevará al estrellato.

Juntas se convierten en palabras,
no lo dudan y se sacan fotos para
mandarlas a sus amistades.
Ellas saben que están con él.
Es romántico, atractivo, dulce simpático
Y divertido.

Es un galán, es el hermoso corazón
que las llevará a ser más que palabras.
Las llevará a ser una hermosa poesía.

sábado, 25 de octubre de 2008

¿Sólo un desmayo?


Siento algo que recorre mis venas al saber que va a llegar y seguro yo lo miraré de reojo sin que se dé cuenta.
Dejamos pasar un tren porque hay gente en la puerta y dejamos pasar otro tren que vino después, para inventar una excusa para hablar, porque nos gusta besarnos para reírnos de las palabras que decimos solo para hacer tiempo hasta el siguiente beso.
Ahí está, me miró y mi panza tuvo una explosión de cosquillas que sin permiso puso colorada mi cara, no me veo pero puedo sentir como el calor y el temblor de mis manos se ponen de acuerdo.
El tiempo se paraliza, la gente ya no habla, no piensa, no siente, no respira, estamos en otra dimensión.
Yo se algo, las cosas no siempre salen como uno las espera, porque no se tiene el control de las cosas, como el control de mis piernas, de mis brazos y de mi cabeza que sin una razón se desvanecen y caen al piso. Lo primero que puedo ver es el play de la gente, todos comienzan a caminar, a reír, hablar, a respirar y a mi mirarme.
Los ventiladores de mano en forma de diario se acercan a mí, en dos minutos una masa de personas con identidad desconocida se preocupan por mi salud. Cae la ambulancia, la policía, los bomberos y los paparazzi. Los NN dan testimonio de mi caída al suelo.
Ahora sólo quiero mirarlo a él, quiero que se vayan, que se alejen de mi, están todos equivocados, no los entiendo, solo quiero el ventilador de sus ojos, de su boca.. ¿Por qué no se alejan? ¿Por qué???
- Estábamos congelados y al volver a la realidad pudimos ser testigos de la caída de esta mujer. Yo no soy de hablar por hablar, pero para mí que su acompañante algo le hizo.
Era el testimonio de la NN de la cartera de cocodrilo.
Sigo en el piso, ahora tiembla mi mano derecha, y el aire es como un caramelo media hora que me hace llorar. Los NN siguen con sus zapatos de colores, sus carteras, sus bolsos, sus mochilas, sus pelos, sus palabras sin gaseosa, y sus relojes sin burbujas.
Ahora me falta el caramelo, necesito respiración boca a boca. ¡Qué ni se le ocurra a ese de bigote aproximarse a mis labios! Mis ojos lo saca de vista y el bigote se aleja, ahora los ventiladores de Clarín ya no tienen más pilas.
El sigue ahí, sin sacarme la mirada de los ojos, deja pasar un tren porque hay gente en la puerta y deja pasar otro tren que vino después, para inventar una excusa para hablar, porque nos gusta besarnos para reírnos de las palabras que decimos sólo para hacer tiempo hasta el siguiente beso.
Los paparazzi me acercan como diez micrófonos, cuatro celulares y seis cámaras, la ambulancia, los patrulleros y el camión de bomberos dejan de hacer sonar sus sirenas. De pronto un silencio envuelve el andén, él me mira, yo lo miro.
-Gracias por su preocupación a todos los medios que están transmitiendo este hecho, tengo todo bajo control, sólo tuve un ataque de amor.

Vos. Amor.

Cosa que invade desde mento o con olor a cosquillas, eso que cubro y vos
con tu ojo lo das girar y girar. La dulzura es lo que envuelvo en mi oreja, en mi pie descalzo,
con luz, con dolor, con inquietud, con esas sencillas razones que no lo son más que tu
mejilla inquieta, tu olor, tu amortiguador, tu te quiebro y tu salud. Brindo por la
mentira que no es más que nuestra hermosa realidad. A oscuras pero con un farolero que
se divierte con el loco tropezón.

Que se yo, yo.

Compro lo inconfundible, soy presa de la presa y alma de la nada.
Cabeza arañada, virgen con aceite de oliva. Sencilla, humilde, orgullosa,
bien vistosa.
Compro lo inconfundible, lo que pinta, lo que alumbra, lo que vuela.
Cabeza rayada, cartonera de las palabras, botellera de salón, vestida para
roñosos.
Ruido que quiero, ruido que adoro, ruido hermoso, cabeza alumbrada, semilla
que crece, semilla regada. Hoy doy lo que sé que es la nada, y más que se que es.
Mucho lo que pinto como pinte.