domingo, 14 de junio de 2009

Aplausos por favor.

En el Backstage de mis pretensiones espero ansiosa mi gran salida, nadie sabe cual es mi guión y, menos mi personaje.
-Vestuario por favor, insisto, -¡vestuario por favor! esta vez grito. Aparece lo que esperaba, ese vestido rojo con lunares naranjas, unos zapatos azules haciendo juego con el collar. La modista y la diseñadora me miran con cara rara, esta última me dice con voz de silbato de cumpleaños -creí haberte dicho que te unas a nosotras.
La miro, le digo sin querer que no estudié la letra y corro hasta el escenario; al darme cuenta del lugar, me desespero, hasta que por fin mis ojos contemplan el telón cerrado.
Si, ese telón cerrado negro y aburrido, pero hermoso. Me siento en la segunda posición para arrancar con mi levitación, en eso grito. – Maquillaje por favor – insisto – ¡maquillaje por favor! esta vez grito Aparece lo que esperaba, un valija de cosméticos infinita, la maquilladora me mira con cara rara, ahora río. – ¿Te hago lo de siempre?
-Ansiosa le digo: Estoy a punto de volar, ¿qué maquillaje me ofrecés? – ¿casual? Me dice la muy desubicada. Le comento que deseo algo nuevo, pero no contra mis principios. La señorita (esa que maquilla) me ofrece una mascara facial fácilmente untable. Me sirve.
- Disculpe, ¿necesita ayuda?
- No gracias, me voy de paseo, ¿querés venir?
La verdad no lo conozco, pero me cae bien.
- Bueno, ¿es muy lejos?
- No, acá dos cuadras, compramos un chupetín en el camino.
- Genial, me gustan. ¿ te gusta el teatro?
- Jajá jajá. Jajá jajá. (Me río) jajaja otra vez jajá jajá
El es hermoso, quizás no tanto, pero es hermoso, a mi me gusta y siento que nos parecemos (le gusta el chupetín)
¡No!, boletín de noticias: me gusta. Y ahora me inundó el silencio…………………………………………
Yo creo que la música hace milagros, o los milagros hacen la música, o la música vive de un milagro o el milagro vive de la música, no lo se, pero es mi mejor excusa. Muda, cito a Alejandro Sanz en sus mejores momentos con la fuerza del corazón, a Sabina con la canción más hermosa del mundo, y al a veces desafinado Calamaro, pero Andrés.
Abro lo ojos, el telón se abre, me paro, hago un gesto de asombro, creo que digo dos palabras y me siento.
- Aplausos por favor. Insisto. – ¡Aplausos por favor! esta vez grito.

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